Recibir es aprender a hacernos cargo de lo que nos llega en la vida, sin aferrarnos. Permitirnos gozar de los buenos momentos sin tratar de atarlos con llave y candado para que no se desvanezcan.
Cualquier intento de retener los bonitos recuerdos, de mantener en nuestro cuerpo las sensaciones agradables vividas, es un esfuerzo inútil que nos provoca sufrimiento.
El único modo de sentirnos en paz, es aprendiendo a soltar y a dejar marchar incluso lo bueno.