Revisar el camino en busca de resultados, entorpece el camino y enlecente el aprendizaje. La impaciencia es buscar maneras de saltarnos, aquello que necesitamos experimentar para crecer. Cada vez que tengas prisa, pregúntate: ¿Qué estoy evitando experimentar? ¿El miedo, la incertidumbre, un possible error…?
Había un cuento zen que decía:
– Maestro, si me esfuerzo ¿Cuánto tiempo tardaré en iluminarme?
– Diez años, responde el Maestro.
– Pero….¿Y si le pongo más empeño, constancia, esfuerzo, que el resto de discípulos? entonces ¿Cuánto tardaré?
– Entonces, veinte años.
– ¡¿Cómo puede ser eso Maestro?!
– Te lo explicaré. Mientras tengas un ojo puesto en la meta, solo te quedará un ojo para el aprendizaje.