Fluir es dejarnos llevar, no resistirnos a lo que la vida nos presenta.
Actuar es enfocarnos hacia lo que deseamos y elegir.
Las dos son compatibles y necesarias.
Pero cuando la norma es dejar que el universo fluya, corremos el riesgo de quedarnos siempre en el mismo sitio, de vivir vidas de otros, de dejarnos llevar por sus decisiones.
El universo nos pone delante lo que necesitamos aprender, nos facilita el trabajo, pero no decide por nosotros.
Dejarlo todo en manos del universo, a menudo es una evitación para no arriesgar, para no decidir, para evitar perder o tomar la responsabilidad.